El barrio judío posee un profundo encantamiento, sus calles son de suave pendiente, de casas blancas, con románticos rincones, donde el blanco contrasta con el rojo de los geranios y con los matices brillantes de los mosaicos. Las calles son estrechas, se puede ver el interior de algunos patios velados por el misterio medieval y por el hierro forjado de sus exteriores.

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